La carrera de la IA: Un enfoque geopolítico
El giro estratégico de EEUU frente a sus rivales y aliados
Geopolítica e Inteligencia Artificial
En este momento el mundo está pasando por un reordenamiento geopolítico. El orden de las potencias mundiales de finales de siglo XX en el que EE.UU se consagró como la única superpotencia hegemónica —tras la caída del muro de Berlín y la disolución de la URSS— se terminó.
La victoria de Rusia sobre Ucrania —que para los que conocen del tema, se sabe ya derrotada desde el lanzamiento en Noviembre del año pasado del misil Oreshnik, capaz de llevar ojivas nucleares a una velocidad 10 veces la del sonido— marca el bloqueo a la estrategia estadounidense de asfixiar a Rusia a través de la inclusión paulatina de los países de Europa del este (ex-URSS) en la OTAN. Y aunque las consecuencias de este reordenamiento todavía están en veremos, todo parece indicar que el nuevo equilibrio va a ser un orden tripolar entre EE.UU, Rusia y China.
Ahora bien, ¿qué tiene que ver la IA con todo esto? Pues, como lo expliqué en mi artículo anterior, la IA va a tener que ver con absolutamente todo de aquí en adelante y la geopolítica no es la excepción.
No es casualidad que justo al día siguiente de la posesión como presidente, Donald Trump haya hecho una declaración pública, acompañado de Sam Altman (co-fundador de OpenAI, la empresa creadora de ChatGPT), Larry Ellison (creador de Oracle, uno de los hombres más ricos del mundo) y Masayoshi Son (presidente de Softbank, un holding de inversión japonés).
En esa declaración se anunció el proyecto “Stargate” y la inversión en IA más grande de la historia: 100 mil millones de dólares en principio, con el objetivo de invertir hasta 500 mil millones en el transcurso de los 4 años de su gobierno.
Por supuesto, días después, a mediados de febrero, el presidente de China, Xi Jinping, hizo lo propio y se reunió con el fundador de DeepSeek y con Jack Ma el fundador de Ali Baba para discutir su propia estrategia.

En cuanto a Stargate, la inversión de 500 mil millones es una cifra tan estratosférica que para dimensionarla no se puede comparar con el valor de otros proyectos de IA ni con otras inversiones empresariales sino con el valor de economías enteras como Dinamarca, Grecia, Chile o Colombia (para que te hagas una idea, el PIB de Dinamarca en 2023 fue de 407 mil millones de dólares).
En otras palabras, mientras el gobierno de EEUU recorta gastos por un lado, parece que el tema de la IA es tan importante y estratégico que un sólo proyecto se va a llevar más de lo que ha invertido en USAID en los últimos 8 años —incluyendo la ayuda humanitaria a Ucrania—.
Contexto geopolítico
A finales de febrero de este año, Trump y Zelensky tuvieron un acalorado encontrón en la Casa Blanca que terminó con la suspensión de la entrega de inteligencia militar de EEUU a Ucrania, además. llamó a Zelensky “dictador” y culpó a Ucrania de la guerra con Rusia. Adicionalmente, se negó a firmar un comunicado conjunto del G7 por el tercer aniversario de la invasión de Rusia a Ucrania, rechazando que se mencionara a Rusia como “agresor” en el conflicto. Lo que evidencia un giro en su posición frente a Rusia, Ucrania y Europa.
Este giro, es visto como un quiebre peligroso de EEUU con sus aliados tradicionales y un aparente acercamiento con su hasta hace poco enemigo acérrimo, supuestamente, en un intento de debilitar la alianza Rusia-China que amenazaría la posición estadounidense. Además, rompe con la retórica ingenua de que un día Putin se despertó con ganas de materializar sus instintos malévolos y decidió invadir Ucrania.
Cabe recordar que en 2014 hubo un golpe de estado en Ucrania, apoyado por EEUU, en el que depusieron al entonces presidente pro-ruso Viktor Yanukovich. Este golpe de estado conocido como la “Revolución de la Dignidad”, degeneró en la invasión de Crimea (Ucrania) por parte de Rusia ese mismo año. Tras la que se celebraron los acuerdos Minsk I y Minsk II para ponerle fin al conflicto en la zona del Donbás.
Este movimiento ruso en Crimea era previsible en la medida que su Flota del Mar Negro, manejada desde el puerto de Sebastopol, el único puerto de aguas cálidas (que no se congelan en invierno) de Rusia y que tiene para ellos un valor estratégico no iba a quedar en manos de un país anti-ruso con Putin observando desde lejos. Es por eso que para los ucranianos la guerra no lleva tres sino diez años.
Más aún, el 6 de Marzo, Trump, dijo que no cumpliría el artículo quinto de la OTAN —el que obliga a todos a prestar defensa en caso de un ataque contra alguno de los miembros— si Rusia llega a atacar Europa, lo que fundamentalmente significaría el fin de la OTAN. Haciendo patente su alejamiento de Europa sumado a sus contantes amenazas de aranceles al acero, aluminio, alcohol y demás productos de sus aliados.
Por eso, es importante entender que la guerra comercial a través de los aranceles —o la amenaza de imponerlos— no es solamente un instrumento de política económica sino también una herramienta de estrategia geopolítica (que incluye la toma de Groenlandia y del Canal de Panamá).
Según Trump, la táctica de aranceles está justificada en el déficit de balanza comercial de EEUU con algunos de sus socios comerciales. En ese sentido, ya les señaló una opción para subsanar ese déficit evitándose los aranceles y tiene mucho que ver con su nueva política energética, fundamentalmente para la implementación de los proyectos de IA.
Lo que les ofreció fue equilibrar la balanza comercial a través de la compra de gas natural licuado estadounidense, que saldría principalmente del nuevo proyecto de explotación en el ártico, L.N.G Alaska. Proyecto al que ya Japón —que acaba de anunciar la compra de una planta por 700 millones de dólares para transformarla en un Data Center en colaboración con OpenAI— expresó su intención de ayudar a financiar, así como también se comprometió a comprar el gas que de ahí se produzca cómo contraprestación a acuerdos de seguridad con EEUU y evitar los aranceles.
¿Por qué gas? Pues, porque es la fuente de energía que va a alimentar a los Centros de Datos en los que se van a desarrollar las IAs, cuya demanda eléctrica es tal que Trump anunció que EEUU debe duplicar su producción de energía para poder llegar a las metas referentes a la IA que se han trazado. Además, es un commodity de gran valor en las relaciones internacionales, particularmente por la dependencia del gas de los sistemas de calefacción en países con inviernos crudos.
¿Por qué tanto afán por invertir en IA?
Pues, resulta que hay una carrera en curso por la supremacía en el desarrollo de IAs (en plural) —más allá de la competencia entre empresas— entre las potencias mundiales en la que China va a la cabeza y tal como dijo Putin —“aquél que se vuelva el líder en esta esfera (la IA), será el amo del mundo”.
EEUU se dio cuenta de que le están tomando ventaja, que debe reorganizar sus prioridades y reevaluar su estrategia. Según el ranking de tecnologías de impacto del Instituto Australiano de Política Estratégica (ASPI por sus siglas en inglés) en el período 2003 - 2007 EEUU lideraba 60 rubros de tecnologías críticas de 64, mientras que China lideraba solo 3. Actualmente, EE.UU lidera en sólo 7 mientras que China domina 57 —¿ahora entiendes por qué Trump está tan agitado?—.

Lo que es aún más preocupante para EE.UU es que China, no solamente va a la cabeza, sino que está tan adelantado que en algunos rubros existe un “alto peligro de monopolio tecnológico”, entre los que están: motores avanzados de aeronaves; drones, robótica de enjambre y robots colaborativos —que, por cierto, son los grandes protagonistas (o antagonistas) en la guerra ruso-ucraniana—; detección hipersónica; comunicación submarina inalámbrica; baterías eléctricas; ultra condensadores; radares; sistemas de navegación y posicionamiento satelital; guerra electrónica… y me podría quedar toda la tarde enumerando las tecnologías en las que hay riesgo de un monopolio tecnológico por parte del gigante asiático, pero el mensaje está claro. Si EEUU no se pone las pilas, China se los va a comer a todos.
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Nota: El presente artículo fue escrito por mí en su totalidad, ni una sola palabra fue producto de un prompt de IA (tipo ChatGPT o Grok). Todas las imágenes del artículo que no tienen descripción debajo fueron generadas con la IA del editor de Substack.